Escribir es un vicio peregrino.

Alejandro F. Mejías
2 min readMar 4, 2021

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Al principio escribes mucho, demasiado. Escondes la falta de estilo con toneladas de adjetivos y frases rebuscadas. Todo es exagerado y recargado. Y después nada, lo dejas. Quizás por aburrimiento, quizás por cansancio, quizás porque nunca te gustó lo suficiente… Da igual el motivo, simplemente abandonas. Pero pronto volverás. Los que empiezan este viaje siempre vuelven, con el tiempo, poco a poco, a escribir.

Te asaltará de repente el impulso irrefrenable de hacerlo. En un bar, en el cine, en tu casa o de camino a cualquier parte. Algo corto, una idea, una frase; no importa. En un trozo de papel o en el móvil. Solo por placer, sin pretensiones. Intentarás corregir vicios, escribir como lo hacen otros, decir más con menos, decir una sola cosa cada vez y decirla de forma clara y contundente. Cada línea se convertirá en un paso más hacia la meta: saber escribir. Porque por fin has entendido que siempre hubo una gran diferencia entre escribir y escribir.

Nota #1 — Antes de correr, hay que aprender a caminar.

Vuelves a tus primeros textos dispuesto a limpiarlos de viejos errores. Pero al releerlos el primer impulso es destrozarlos. El segundo, comprobar en los nuevos cómo de lejos estás de ellos. Sorpresa, sigues en el mismo sitio. «¡No puede ser!», sientes que has estado caminando en círculos, perdido. Pero solo estás mirando en la dirección equivocada: hacia atrás. Recoges los pedazos esparcidos por el suelo, los guardas, «quizás más adelante sepa cómo arreglar esto».

Sigues tu camino pero te vuelves dogmático, es lo que tienen las crisis de fe. Abrazas manuales de estilo persiguiendo una vía rápida para llegar, pero aquí no hay atajos, solo búsqueda. Pronto descubrirás que lo formal carece de sentimiento. Y aunque ahora ya sabes cómo se hace, aún te falta hacerlo bien.

Nota #2 — Lo primero es el «qué», lo importante es el «cómo».

Aceptas que quizás no tengas el talento suficiente, pero al menos ya sabes que seguir la norma a pies juntillas solo conduce a la mediocridad. Y si estás ahí, lo mejor es huir, así que continúas. Al fin y al cabo, no eres el primero en pasar por aquí, el camino está plagado de huellas. Leerlas lo hará más llevadero, seguirlas te abrirá otros nuevos.

Nota #3 — Búscate en otros. Encuentra lo que hay de ti en ellos.

Aceleras el paso. Escribes más que nunca, más que al principio. Páginas y páginas. Las palabras fluyen y comienzan a formar textos relucientes. Textos preciosos y perfectos que siempre podrían estar mejor.

En el horizonte, otra encrucijada -una más- que te hará dudar de si vas o no en la dirección correcta. En tu cabeza, el comienzo de una nueva frase te indica que ya no hay vuelta atrás. Escribir es un vicio peregrino. Por extraño, por pasajero, por inesperado.

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